lunes, 13 de octubre de 2014

La poeta Margarita Borja deleita a los argentinos con su poemario "ORATORIO DEL CUBO"

El pasado 3 de octubre, la poeta Margarita Borja presentó en el Museo Roca-Instituto de Investigaciones Históricas de Buenos Aires su último poemario con gran éxito de público y crítica. Reproduccimos para ustedes la intervención de Cristina Escofet sobre ORATORIO DEL CUBO (Editorial Cuadenos del Laberinto, 2014. Madrid)

Margarita Borja y Cristina Escofet durante la presentación en Buenos Aires


ORATORIO DEL CUBO. I. BORJA Y LOS MARES QUE SE HAN IDO

En principio quiero saludar a la autora/ensayista/poeta Marga Borja, de larga trayectoria teatral y generadora de espacios de lucha por los derechos de las mujeres y de los amplios sectores  en situación de marginalidad, que a la luz de la creciente y amenazante globalización vienen siendo la mayoría.

Esta vez Marga  nos convoca a la reflexión en una suerte de poemario-dialogo con  la otredad, envolviéndonos en un nosotros de compromiso. Voy a hablar sólo de los poemas, porque pienso que el dardo se clava allí. Le dejo la parte más blanda, la prosa, a ella. El libro-poema-conversación nos involucra.  El libro no promete ni imágenes ni metáforas de salvación. Y comienza con el hundimiento que presagia, el caos terminal. En el comienzo se sintetiza el profundo sentimiento que habrá de mantenerse como una herida abierta poema tras poema.
“El golpe/la roca viva/el tajo en el costado  /el océano que arrecia metralla contra babor/contra estribor/el castillo de proa hey! / encabritado/el estruendo que nadie domeña…” (Hundimiento).
La conversación, sigue. La poeta sin embargo no se anima a lo que luego desatará con crudeza, digo no se anima a no sentir nostalgia, aunque sólo sean destellos de aquellas playas que se rememoran en la piel. Y una se recuesta en Lires, como adormeciéndose en aquella naturaleza, la que fue y se quedó como memoria:
 “…la displicencia y la negra sombra/nos hace desistir más que el cansancio/de mañana, el rumor atraviesa la franja arbolada/en el último recodo del camino se desvela el esplendor/instantes de contemplación inolvidables/inolvidables de gozo en la piel…” (Lires)
Pero el poema, no es más que un remanso de la poeta  como para darse el impulso, -desde ese pequeño goce del origen,- para sumergirse en el caos.
Un caos que no se lee en las tormentas de la mitología, en el rayo de Zeus, ni en el tridente de Neptuno, ni en los cantos de desvío de las sirenas, sino en los corvos desaparecidos, las gaviotas fulminadas, la vida asfixiada, en la naturaleza agonizante.
“Los corvos y las gaviotas se entumecen/en los cajones de caoba de la Autoridad marítima/de las Bahamas…/miles se asfixian/en cajas fuertes de Mikhail Friedman…/empringadas gotean/sobre la negra lista Berd…/a oleadas agonizan sobre las mesas de caoba de Halliburton/hilitos de sangre se resecan/en la canana del pistolero de Tyumen Oil enviado…” (Frag de Lo que precede a noviembre de 2002).
Borja sigue dialogando: ¿Qué se hizo de la vida? Su poema Palinodia imposible, es una larga pregunta: “¿De la playa de Lires, qué se hizo, de corvos y gaviotas, qué se hicieron?” Intuyendo en ese “qué se hizo o qué se hicieron”, un ¿qué derrota se infligió? ¿quién alteró la génesis ? ¿quién anuló el ciclo de nacimiento-vida-muerte como re-nacimiento de la vida?¿quién impuso la muerte como castigo?
Y como respuesta, un niño con abrigo en el paseo marítimo de Muxía, mirando caer simplemente una gaviota. Borja hace detener allí la foto, la del niño al mirar su pesadilla. La muerte cayendo. ¿Despedida quizá  de la era de las infancias? El diálogo no se detiene, y la pesadilla se condensa en lo que quizá sea el poema más rotundo, la Foto 2, a la que yo he denominado: Crucifixión de la tierra.
“Costa da Morte untada de negra lubre que/ni Dios muerto persigue,/el oleaje petroleado silba/rompe, empapa/taladra el hueso/las vísceras coronadas de espinas/indescriptible, la fatiga/un José y un Nicodemo levantan/el cuerpo en cruz del caído/en cruz las alas gigantes del ave/y el habla del científico que/la sostiene y no exclama Ecce Homo/Todo alterado en este Gólgota” (Foto 2).

Ya en la próxima reflexión poemática, Foto 3, no sólo la naturaleza ha desaparecido, también el rostro de una limpiadora de fuel, totalmente empetrolada, quien tomando el lugar del pájaro muerto a sus pies, adopta la postura del ave implorando el agua que le dan de beber a ella en botella de plástico. Una humana sin rostro, abriendo  su boca pico. La naturaleza muere y la humana, mujer genérica limpiadora de fuel, ha perdido su rostro, tomando la gestualidad del pájaro, no su lugar , dicho con palabras de la propia poeta. Quizá porque en el gesto, se adivina el no lugar al que conduce esta alteración. ¿Se hablará del barro original o del plástico primordial?
Y sobre esta imagen, Borja, toma su Foto 4: El arao, mujeres, mujeres, mujeres poetas agitando pancartas reclamando: ¿que cese el avicidio o incitando a un éxodo refundador?
“…l@s poetas/agitan pancartas/hincan cruces en la arena/nombran con micrófonos a los que extraen oro del avicidio/encaminan/su regreso milenario a Cidade”
La foto 5 se anticipa a la respuesta: ¿Adónde fue la inmensidad? La inmensidad es el desierto tóxico…”…¿quién llamaría inconmensurable/al líquido tóxico, en su cubo”?
La tierra como el cubo recipiendario de lo tóxico. Como la jaula en la que estamos encerrados.  Y lo que se enuncia en la foto 5 se hace contundente en el poema- reflexión siguiente: Negativos del álbum: la inmensidad ha desembocado en la locura del mar, en la eternidad de las sombras.
“Antes de que se instalara el silencio conyugal/le hablaron las paredes del cuarto/--la mar está cuerda, nunca máis podrá decirse/--la mar cuerda trae ahora lo siniestro…/ ella y él caen/a la fosa oceánica profunda de cuatro mil metros/ Y cada uno rueda/dentro de un bulto fantasma de piedras y petróleo/dentro de una forma eterna de castigo”…(Frag. Negativos del álbum).
Culmina esta reflexión poemática en Foto sin número y sin fecha.
Dice la poeta: “ Nos unimos sin prender la luz/la falta de tu sonrisa me desvela/ en sueños me tiendo sobre la arena pringada/junto al delfín enfundado en/sudario de chapapote/le digo, llorando que amaré/hasta el fin del mis días/la línea leve de su boca.
Y entonces la pregunta:  ¿ Desde dónde se ama? ¿desde el amor o desde la locura de lo que ya no nos ama? ¿Cómo será la poesía en tiempos de exterminio?


II. EL FIN DE LA INTELIGENCIA
En pocos poemas, Borja sintetiza la filosofía que Paul Virilio desarrolla en su libro:  El accidente original:
“La reproducción serial de las catástrofes más diversas pasó a ser una derivación de los grandes descubrimientos, de las grandes invenciones técnicas, y salvo que se acepte lo inaceptable, es decir, salvo que se admita que EL ACCIDENTE, se torma también EL AUTOMÁTICO, en este incipiente siglo XXI nace la urgencia de una “Inteligencia de la crisis de la inteligencia”.
 
Virilio parecería poner en conceptos la reflexión poemática de Borja.
“…la pérdida de la conciencia del accidente y del siniestro mayor, equivaldría no sólo a la inconsciencia, sino también a la locura : la de cegarnos voluntariamente a las consecuencias fatales de nuestras acciones e investigaciones…Esta situación se vincularía por lo tanto, con la drástica transformación de la FILOSOFIA (philosophie) en su contario; dicho de otro modo, con el nacimientio de una FILOLOCURA (philofolie)…”
Virilio nos plantea al igual que Borja, dejar de poner el acento en el “ay” de la tragedia, y tomarnos en serio el accidente como norma, lo accidental como sustrato. Por eso dije al comienzo que este poemario nos involucra. El accidente como norma es lo que está sucediendo, y terminamos siendo parte de él, como la limpiadora de fuel adoptando el gesto del pájaro agonizante.  El accidente en la poemática de Borja, nos enfrenta con la foto de la finitud, como agonía terminal. La vida condenada, porque el accidente que sí, sin duda  es lo que sucede, el accidente ha vencido al tiempo y con ello ha vencido el temor. Somos el accidente. La vida es accidente inevitable. Y esa es la escena que instala una nueva dramaturgia de la vida: la anestesia que nos hace naturalizar lo inevitable y accidental.  El mundo es-afirma Virilio- el ACCIDENTE desde Chernobyll a la fecha; pudiendo agregar: desde las guerras preventivas a las decapitaciones en vivo y en directo, desde los asesinatos, feminicidios en red, a la inevitabilidad de la anomia legal. Porque no hay legalidad para lo inevitable. No hay legalidad posible para los derrames tóxicos, como no hay legalidad para los secuestros, comercio de personas, asesinatos en red. Porque hay un “Estado Red” gestado a la luz del día, pero naturalizado como el estado de lo invisible e  inevitable. Y asistimos desarmados como la limpiadora de fuel, a la convivencia pasiva clamando inocentemente por un “basta legal”. Sucede que estamos en la sociedad del  inevitable  ACCIDENTE. Y esta inevitabilidad accidental, es la que nos rige . Y ya lo dijimos: ante lo inevitable, no hay ley, ¿salvo quizá las pancartas de hombres y mujeres, poetas  huyendo a Cidade…? Desde ahora, dice Virilio, la incertidumbre es la regla: “…la máscara de la Medusa se impone a todos gracias al casco de Minerva, o mejor dicho a ese “visio- casco” que exhibe sin cesar la repetición ( en espejo) de un espanto que nos fascina totalmente”…
Si como parecieran afirmar tanto Borja como Virilio, se ha invertido el rumbo de las metáforas, quisiera cerrar con un poema y una pregunta.
El poema pertenece a Paul Valery (El cementerio marino)
“Cerrado, sacro, pleno de un fuego sin materia
Fragmento terrestre ofrendado a la luz
Este lugar me place, dominado por antorchas,
Como puerto de oro, de piedra y de árboles sombras
Sombras ante las cuales, todo mármol tiembla…
El mar, fiel, duerme aquí sobre mis tumbas…”

El mar fiel, duerme aquí sobre mis tumbas, dice Valery , el mar vela el reino de la muerte que convive con los ciclos de nacimiento-vida-muerte como renacimiento… Pero no, de la mano de Borja y Virilio vemos que no, la metáfora se ha invertido son las tumbas las que emergen de los mares.
Y esta pareciera ser lo que considero la propuesta de Borja. Un diálogo involucrante. “¿De la  Playa de Lires, qué se hizo?/de corvos y gaviotas, qué se hicieron? Nuevamente Palinodia imposible, que nos alcanza y nos sumerge en lo que anticipé como mi pregunta de cierre: ¿Qué se hizo de nosotras?/¿Dónde están nuestras orillas?/¿Dónde está el punto de retorno?/¿Dónde está el origen?/Las líneas de fuga están empalizadas. 
Creo que Marga nos convoca a despojarnos de la máscara y si, definitivamente adoptar la gestualidad del ave que cae.

(Cristina Escofet)  Buenos Aires, 30 de Setiembre de 2014

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